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Ediciones Cueto

La «Nueva Era» de One Piece Film: Red

 

Escrito por Gonzalo Adrián Gonzales

 

A estas alturas, nadie puede discutir el enorme impacto cultural que ha logrado la industria del anime. En Latinoamérica tenemos larga historia juntos, desde que en los años setenta varios canales de la región comenzaran a importar estas series por su bajo costo para doblarlas al español y pasarlas en las franjas para niños. Probablemente todo aquel que creció en los años noventa haya tenido un Pokemon o Digimon favorito, así como tal vez haya escuchado a sus padres hacer algún chiste sobre ese niño llamado Marco que no encuentra a su mamá. La televisión fue nuestro principal puente cultural con Japón durante casi medio siglo, pero con el ascenso del internet, se abrieron nuevos caminos para acceder a series que habitualmente no llegaban a nuestras pantallas.

 

One Piece fue una de las series que más se benefició de este cambio en el consumo. Si bien gozó de un éxito temprano en su país de origen, en este lado del mundo no tuvo tanta suerte. Esto debido, en gran parte, a una pésima localización hecha por la empresa 4Kids en Estados Unidos, que después llegaría a nuestra región a través de Cartoon Network sin alcanzar la popularidad que otras series de su mismo género, como Dragon Ball y Saint Seiya, sí habían conseguido en el público local. Sin embargo, para suerte de la franquicia, a mediados de los 2000s ya no vivíamos en un mundo donde la televisión fuese la única forma de acceder al anime. El internet había facilitado el surgimiento de diversas comunidades digitales que se juntaban alrededor de la subcultura anime, como los grupos de “Fansub”, quienes tomaban los episodios grabados de la televisión japonesa y los subtitulaban al español o al inglés para que otros aficionados puedan descargarlos de forma gratuita. Es aquí donde One Piece encontró a su público global, entre los piratas del internet.

 

Hoy, en la era del streaming, el anime ha terminado de romper sus ataduras con la televisión. A medida que el acceso a las series emitidas en Japón dejó de estar mediada por las franjas televisivas para ponerse a tan solo un clic de distancia, también creció la popularidad del anime en el resto del mundo a un nivel exponencial. One Piece no ha sido ajeno a este fenómeno. El streaming la hizo más accesible a un nuevo público a través de sitios como Netflix y Crunchyroll y ese crecimiento en popularidad se ha visto reflejado en el éxito comercial que ha logrado su más reciente película One Piece Film: Red.

 

 

Dirigida por Goro Taniguchi (quien fue también el primer director en llevar a la vida a estos personajes en su primera OVA de 1998), One Piece Film: Red ha sido la culminación de todo un año de celebraciones para los fans del pirata Monkey D. Luffy y su universo creado por Eiichiro Oda. Un año marcado por el estreno de su episodio número 1000 en la serie animada, el 25avo aniversario del manga y el anuncio oficial de que la historia entra a su fase final luego de varios giros y sorpresas que acompañaron la serialización de este año. El resultado en taquilla ha sido un éxito rotundo. No solo se ha coronado como la película japonesa más taquillera del 2022 a nivel doméstico, sino que llegó a convertirse en la 5ta película japonesa más taquillera de la historia a nivel mundial (una lista en la cual los once primeros puestos son todas películas de anime).

 

No obstante, One Piece Film: Red es más que una simple celebración del pasado de la franquicia; por el contrario, lo que presenta más bien es una historia profundamente preocupada por el futuro. O, puesto en los términos que usa uno de los personajes, es una película que gira sobre la búsqueda de una “Nueva Era”.

 

 

Advertencia: spoilers de la película One Piece Film: Red.

 

En su esencia, One Piece es una historia de aventuras. Narra el viaje de su protagonista, Monkey D. Luffy por un largo mar lleno de peligros (la “Grand Line”) en busca de un tesoro llamado One Piece, el cual se dice que convertirá a quien lo encuentre en el nuevo “Rey de los Piratas”. Bajo esta premisa, Eiichiro Oda ha construido uno de los universos más ricos narrativamente que se han visto en el género, el cual nunca ha dejado de sorprender a aquellos fieles y valientes que desde hace veinticinco años se siguen animando a seguir a Luffy en su travesía marina.

 

En este camino, Oda no ha dudado en tratar una serie de temas sociales y políticos bastante complejos, como el racismo y la esclavitud, la opresión de los ricos a los más pobres, los efectos del autoritarismo o la discusión sobre quién cuenta la historia y para qué fines aquellos en el poder buscan manipular los hechos pasados. En el caso de One Piece Film: Red (en la cual el mismo Oda estuvo haciendo de productor ejecutivo y supervisor del guion), las preguntas giran en torno a una pregunta, tal vez, igual de compleja: ¿qué camino tomará la Nueva Era que, como sociedad, nos toca construir?

 

 

 

Por más difusa que suene la pregunta, la película es muy frontal en plantearla. A menos de cinco minutos de haber iniciado, pasamos muy rápidamente una escena musical donde una cantante llamada Uta (el nuevo personaje diseñado por Oda para esta película) canta una canción traducida como “New Genesis”, donde el coro literalmente dice: «Por una nueva era, en este futuro / Voy a cambiar el mundo entero / Voy a cambiarlo». Dos cosas quedan claras después de este inicio. Primero, que la película va a ser un musical, el cual aprovecha al máximo la experiencia del cine para traer a la vida un espectáculo digno de la pantalla grande. Lo segundo, la motivación de este nuevo personaje, quien marcará la pauta de todo lo que pasará en las siguientes dos horas.

 

Uta vendría a ser lo que los japoneses llaman una “idol”. Es decir, una cantante con fuerte presencia escénica, cuyo talento no radica solo en su habilidad para cantar, sino también en su carisma como personaje sobre los escenarios. En efecto, Uta es un personaje extremadamente carismático, que dentro de su universo a logrado captar a una cantidad masiva de seguidores a lo largo y ancho de su extenso mar. La película empieza con la tripulación de Luffy disfrutando de una merienda en medio del concierto de Uta, a quien Luffy reconoce como su amiga de la infancia. Sin embargo, las grietas en lo que parecía ser un concierto amigable no tardan en aparecer.

 

La primera sorpresa de la película ocurre con la revelación de Uta como la antagonista de esta historia. Aun dentro de la lógica de poderes en el universo de One Piece, ella tiene una habilidad bastante especial que le permite inducir a otras personas hacia un sueño profundo donde ella tiene el absoluto control de la realidad, el único requisito es que la escuchen cantar. Usando esta habilidad, Uta planea usar su concierto para meter al mundo entero dentro de un mismo sueño donde todo sea perfecto. Una realidad donde no hay dolor, no hay amenazas externas y todos pueden divertirse en un concierto eterno lejos de las preocupaciones del antiguo orden que tanto oprime a sus fans. Esa es su “Nueva Era”.

 

La motivación de Uta es bastante simple: ya que el mundo está lleno de sufrimiento, quiere crear un nuevo mundo donde ese sufrimiento ya no exista. Pronto nos damos cuenta de que su plan responde más a la ingenuidad que a la malicia, cuando uno de los personajes secundarios nos cuenta algunos detalles de su pasado. Descubrimos que ella pasó varios años de su vida aislada en la isla Elegia (lugar donde transcurre el concierto en la película) sin contacto con el mundo exterior, hasta que un transmisor encontrado en la playa le abrió las puertas para comunicarse con otras personas del resto del mundo, a quienes conquistó con su música.

 

 

 

 

La analogía con el internet está claramente planteada y el ascenso de Uta como “idol”, a través de transmisiones desde la distancia, se muestra como un reflejo de lo que sucede cuando un artista se hace viral en redes sociales y comienza a ganar un público. En este proceso, Uta recibe mensajes continuos de sus fans quienes le hablan sobre cómo su música les ha ayudado a superar los sufrimientos que viven a diario bajo la llamada “era de los piratas”. Uta se obsesiona con estos mensajes. No solo confirma su rencor por los piratas, producto del abandonó que sufrió de niña por parte de su padre adoptivo, Shanks (personaje crucial en la historia de One Piece de quien descubrimos cosas nuevas en esta película), sino que también le sirven como única ventana hacia ese mundo exterior que no conoce. En otras palabras, se encierra en una burbuja de información que solo confirma sus sesgos.

 

Aquí podemos ver cómo los paralelismos con nuestro mundo real comienzan a esclarecer el mensaje de la película. Producto de una interpretación parcial de lo que está pasando en el mundo exterior, Uta ha decidido usar su poder para traer su versión de la “Nueva Era”: Una realidad virtual donde los problemas del mundo material no existen más. Sin embargo, en el momento que Uta le anuncia a su público lo que está haciendo, pensando que ellos estarían felices de vivir por siempre en un mundo ilusorio sin preocupaciones, se da con la sorpresa de que las personas tienen sueños que desean cumplir en el mundo real, cosas que les gusta hacer, personas con quienes quieren estar, etc. Uta no había entendido que la vida de sus fanáticos era más que solo el sufrimiento que ella veía en sus pantallas, pero para este punto ya es muy tarde. Su insistencia por continuar con el plan es lo que termina desembocando el enfrentamiento climático de la película.

 

 

 

 

Es así como One Piece Film: Red toma una postura respecto a la dirección que dicha Nueva Era no debería seguir. Nos advierte sobre los peligros de aquellas burbujas que crea el internet y que limitan la información que recibimos para tomar decisiones, pero también nos advierte sobre los límites de la virtualidad. En la era Post-Covid que nos toca vivir a nosotros, hemos sido testigos de cómo las tendencias en nuestra sociedad han ido empujando a las personas hacia el aislamiento. Las ciudades se hacen menos públicas, los empleos más absorbentes y la interacción social poco a poco se va reduciendo para limitarse a la interacción virtual. No es casual que proyectos como Second Life o el universo Meta sean anunciados por las empresas que los impulsan como la promesa del futuro, el lugar donde vas a poder vivir de todo aquello que cada es más difícil de encontrar en el mundo real. La historia de Uta sirve como advertencia de que ese camino no nos llevará a la felicidad, puesto que no estaríamos solucionando los problemas del mundo material, solo adormeciéndonos entre nosotros para no enfrentarlos y, en ese proceso, sacrificando también la posibilidad de ser felices despiertos.

 

Pero entonces, ¿cómo debería lucir realmente aquella Nueva Era que reemplace el orden desfasado? Luego de haber dejado la pregunta en esta película, Oda se guarda la respuesta. En cambio, nos dirige la mirada final hacia Luffy, el protagonista de su obra con la promesa de que pronto podremos ser testigos de cómo es que terminará transformando su mundo, pero para saberlo tendremos que acompañarlo hasta el final del viaje.

 

En ese sentido, One Piece Film: Red cumple con el objetivo de complementar los temas de la serie con una historia que cualquiera puede disfrutar, pero dejando la expectativa puesta sobre la obra principal Así es como cierra la película, con una mirada esperanzadora puesta firme hacia el futuro.

 

 

 

 

 

 

 

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